21.8.07

Volver

Me adentro en la madrugada con la extraña sensación de realidad que me proporciona volver a casa. Aquí estoy de nuevo, sentado frente al ordenador, consumiendo el tiempo en un vaso con hielo. La casa aún huele a abandono, a vacío, a cerrada por vacaciones. La cuenta de correo está saturada, pero no hay ganas de detenerse a eliminar cada uno de los mensajes que atestan ese pequeño espacio propio de la Red. La maleta aún está por deshacer. Hoy ya es mañana, pero mañana no existe. Sevilla es una enorme sartén en la que muero a fuego lento, nada comparable a los lugares que he podido recorrer días atrás. Añoro el rumor del mar, el zumbido de un avión que despega, el bullicio de una ciudad desconocida que acabará por convertirse en un lugar familiar. En esta habitación, las olas no encuentran orilla en la que deshacerse, los aviones no vuelan y ya no quedan rincones por explorar. En esta habitación no puedo hacer otra cosa que recordar o narrar torpemente sobre estas líneas algunos de los momentos vividos muy lejos de aquí. Puedo observar detenidamente una fotografía y confesar que yo también formé parte de esa escena cotidiana. La memoria es un cajón en el que guardo imágenes como ésta. Y no hay nada como volver a casa cuando el regreso va precedido de un viaje inolvidable.