8.5.09

Un hombre en la oscuridad

"...sólo los buenos dudan de su propia bondad, y eso es precisamente lo que los hace así. Los malos sí saben que son buenos, pero ellos lo ignoran. Se pasan la vida disculpando a los demás, pero no son capaces de perdonarse a sí mismos".

P.D: Acabo de terminar de leer la última novela de Paul Auster y de doblar la esquina de alguna de sus páginas. Aquí, en Sevilla, el verano ya se hace notar durante la noche. Me voy a la cama. Y pienso dormir destapado.

3.5.09

Paranoico con gripe

Menudo follón se ha montado con lo de la gripe porcina. Y ahora, encima, resulta que no debemos llamarla así. Después de varios días acaparando portadas de periódicos y telediarios y provocando el pavor de medio mundo (del mundo rico, claro está, los países pobres tienen mejores cosas en qué pensar o a las que temer) la OMS y los obedientes medios de comunicación han decidido instaurar definitivamente el nombre de H1N1 para referirse a la devastadora gripe. No sé, suena mejor. Imagino, incluso, que dicha denominación responderá a una serie de criterios científicos que no alcanzo a comprender. Tampoco entiendo muy bien qué significa una alerta de nivel 5, aunque si la alerta máxima se establece al llegar al nivel 6, debo suponer que estamos al borde del abismo.

Menos mal que todo tiempo de crisis (en sentido sanitario y, cómo no, en sentido económico) tiene un lado positivo. Baste el ejemplo, simplemente, de La Roche, empresa farmacéutica productora del antiviral Tamiflu (conozco a alguno que ya se lo está tomando: saluditos, Rafalín). Pues bien, la cotización de dicha empresa había subido hasta ayer un 7,1% en bolsa, o lo que es lo mismo: ahora vale 5.856 millones de euros más que antes de que se conociera esta nueva gripe. Ahí es nada. A la segunda empresa farmacéutica en discordia, GlaxoSmithKline, tampoco le va nada mal, y en los últimos siete días ha aumentado su valor un 4,5%, es decir, 2.996 millones de euros que arrojan el peso bursátil del citado grupo británico hasta los 59.911 euros. Toma ya. Para que luego digan que la gripe porcina, perdón, quería decir gripe H1N1, sólo ha traido el miedo a la sociedad mundial. Hay quienes en este tiempo de incertidumbre han sabido sembrar y recoger y hemos de alegrarnos por ellos.

Pero las buenas noticias no acaban aquí. El caso es que tengo la insana constumbre de leer el periódico de cuando y cuando y hoy he sabido que otra empresa farmacéutica, Gilead Sciences, dueña de la patente de Tamiflu, recibe el 10 % de cada dosis de producto que vende la anteriormente citada Roche. Enhorabuena, pues. Y mira tú por dónde, me he enterado también que Donald Rumsfeld (anterior secretario de Defensa de los EEUU y, por consiguiente, cerebro de las torturas en Guantánamo, entre otros muchos méritos) fue presidente de Gilead Sciences hasta su nombramiento por el gobierno norteamericano en el año 2001. Cuatro años más tarde, el Pentágono presupuestó más de mil millones de dólares para comprar Tamiflu con el que vacunar a los soldados contra la gripe aviar. No sé, todo esto da qué pensar. ¿Paranoico? Posiblemente, pero mejor ser un paranoico con dudas que un gilipollas convencido.

2.5.09

Sangre en tus labios

Las calles eran aún más frías antes de que ella llegara al barrio. La vida casi no tenía sentido. Al menos no lo tenía cada vez que sus compañeros le acosaban en el colegio. Le despreciaban. Le golpeaban. Le hacían sentirse cada día un poco más pequeño. Al salir de clase le esperaba, por separado, el cariño de papá y mamá. A veces ella. A veces él. No parecía muy feliz, pero creo que le pedía poco a la vida, en definitiva. Disfrutaba sentado sobre un viejo columpio y jugando con un cubo de Rubik que nunca conseguía montar. A menudo sus pies permanecían hundidos en la nieve.Cuando apareció ella, sus manos estaban heladas. Y su mirada, perdida. Como de costumbre.

La miró, como hubiera mirado a cualquier otra chica de su misma edad, de soslayo, con la timidez propia de un chico de doce años pero multiplicada por cien. Ninguno de ellos dijo su nombre. Eso ocurriría más tarde, cuando de alguna manera se hicieron amigos. Oskar y Eli, así se llamaban. Un chico tímido y una chica misteriosa. Desde entonces la soledad fue cosa de dos. Juntos descubrieron una sensación que algunos se atreverían a llamar amor. Y compartieron hasta el último de sus secretos.

Sólo él sabría abrigar a la chica que nunca tenía frío, mirándole a los ojos una y otra vez, descubriendo en ellos la vida eterna, aceptando que el amor no conoce barreras. Ni siquiera cuando se trata de amor entre un niño y una vampiresa.