26.11.06

Hoy... Mañana

Hoy aquí. Mañana allí.

Hoy todo. Mañana nada.

Hoy te dicen: “Despierta, ya has dormido bastante”. Mañana no habrá quien duerma.

Hoy certeza. Mañana incertidumbre.

Hoy dolor de muelas que se hace insoportable y que no te deja hacer nada porque nada es demasiado para tanto dolor, millones de analgésicos que no sirven para nada porque nada no quiere saber nada de nadie, porque está harto de todo y no está dispuesto a seguir aguantando tanta impertinencia y tanta gilipollez, quiere acabar con todo pero todo también es demasiado para nada, porque nada, a pesar de no querer saber nada de nadie, no puede escapar, porque el mundo es demasiado pequeño y no hay dónde esconderse y el dolor de muelas sigue jodiendo como puede a cada minuto que pasa. Mañana, tal vez, visita al dentista, búsqueda de algún resquicio en el que enconderse, huída, adiós al dolor, demasiado, demasiada impertinencia y demasiados impertinentes, demasiada gilipollez y demasiados gilipollas que también buscan dónde esconderse pero no pueden porque ya no queda sitio para ellos cuando el dolor se acaba.

Hoy yo. Mañana tú, él, ella, nosotros, vosotros, ellos y ellas y vosotras y nosotras.

Hoy en casa del herrero. Mañana cuchillo de palo.

Hoy salmón noruego. Mañana bocadillo de salchichón.

Hoy amor verdadero que cura y que mata y que no deja dormir. Mañana lágrimas de desamor.

Hoy noctámbulo y emprendedor, cazador vespertino de sueños, amante de mujeres que con la mirada matan, habitante de un mundo de dolor que llora y que vive y que juega a las cartas, ladrón de besos, escritor de cuentos que no cuentan nada, pasajero de un tren a ninguna parte, matriculado en periodismo, licenciado en ciencias de lo que pudo ser y no fue, doctor en recuerdos inolvidables, coleccionista de almas, asesino de masas, vagabundo que malvive como no puede, millonario que derrocha lo poco que tiene, mercenario de mi propia guerra fría, amigo de la duda, enemigo de la tristeza, triste como tú. Mañana nadie.

Hoy por ti. Mañana por…

Hoy piensas: “Todo pasa y todo queda”. Mañana: “¿Todo pasa? ¿Todo queda?”

Hoy felicidad. Mañana tristeza.

Hoy se acaba. Mañana empieza hoy.

12.11.06

Un nuevo amanecer

Desde hace algunos días mi vida es una cuenta atrás, un guión escrito de antemano por ti, una película basada en hechos reales que supera por igual la realidad y la ficción. Una historia con principio, desarrollo y desenlace con nosotros como protagonistas. Tú y yo.

Todo comienza en el mes de abril. Un día cualquiera. Un año cualquiera. El principio puede ser el principio de cualquier historia: dos personas que se encuentran; una simple casualidad (o una casualidad simplemente); una calle vacía (en una bella ciudad); una mirada… Y mientras aparecen en pantalla los créditos de entrada, ella sonríe. Entretanto, el sol se desvanece en el horizonte. La luz se apaga. Un fundido a negro da paso al título de la película.

El desarrollo ya lo conoces. Una cita por la noche. Cena en primer lugar. Tomaré sopa, gracias. Yo también. Vino para acompañar. La vela permanece encendida en el centro de la mesa. Luz tenue. ¿Cómo llegaste aquí? ¿A qué te dedicas? Sí, yo tampoco soporto a esos hipócritas que parecen tener solución a todos los problemas que el mundo padece. El mundo está hecho una mierda. ¿Tomarán algo de entrante? Sí, una verdadera mierda. De postre he de recomendar a los señores la tarta de la casa. No tomaremos postre, gracias.

A eso de las dos de la madrugada, tras la cena y dos copas de más, llega el momento del beso. El cielo estará a sus pies en tan sólo unas semanas. Antes, ella habrá jurado pasar el resto de sus días junto a él. Tal vez después.

El tiempo pasa. Una noche, dos noches, tres noches. Un coche que atraviesa el país. El mar como telón de fondo. Lisboa es demasiado grande para los dos. El viento azota sus rostros mientras pierden la mirada en el infinito. Dos cuerpos que se entremezclan. Una noche más. Un viaje inolvidable. Y tantas otras noches.

La vela se derrite. La luz se debilita. Son demasiados los recuerdos que pasan por su mente en un solo momento. Sentado sobre la cama, el joven enamorado lee con atención los folios que acaba de encontrar en un cajón de la mesita de noche. Es el guión de una película que narra el encuentro de dos personas. Un día cualquiera del mes de abril. Un año cualquiera. Una historia con principio, desarrollo y desenlace con nosotros como protagonistas. Tú y yo.

El desenlace ya lo conozco. Tres protagonistas son demasiados para esta historia. La vela se consume. La luz se apaga. Pero el sol aparece lentamente en el horizonte. Y mientras la luz cálida de un nuevo amanecer sortea la silueta de un hombre en primer plano, una última palabra aparece sobreimpresa en la pantalla. Fin. Después, fundido a negro.

8.11.06

Resucitar

En primer lugar, es conveniente desempolvar los textos olvidados. Volver a empezar. Como en los viejos tiempos, cuando el reloj no marcaba las horas y el mundo cabía en estas cuatro paredes. Ahora las paredes no son las mismas, pero el mundo sigue girando sobre sí mismo mientras el tiempo pasa. Tú tampoco eres el mismo de antes. El tiempo no pasa en balde. Torres más altas han caído desde entonces, es cierto, pero nada te puede hacer caer a ti.

“Gabriel suele mentir”. Así comienza uno de esos textos olvidados que ahora vuelves a leer después de tanto tiempo. Esta jodida vida se ha llevado demasiados momentos sin que te des cuenta. Has permanecido muerto sin haber apretado el gatillo. Pero ha llegado el momento de resucitar. Desafiando a la muerte. Disparando a matar.

“Miente simplemente porque no le basta con decir la verdad”, continúa el texto. La verdad nunca es suficiente, pero a ti te basta.