31.10.06

¿Mañana?

No tengo miedo. He mirado hacia arriba y el cielo sigue en el mismo lugar. Juraría que hasta ayer era otoño, pero hoy el día es espléndido y todo me hace dudar. El reloj sigue funcionando. Supongo, entonces, que el tiempo pasa.

La música suena, una canción tras otra. No es momento de escuchar un vals. Una voz quebrada habla de sobrevivir. Supongo que no es para tanto, pero así es el rock. Unas veces se gana y otras veces se pierde, pero siempre hay que apostar cuando las guitarras rugen y el nivel de adrenalinan sube. Se trata de vivir al límite, como si cada segundo fuera el punto y final de nuestras vidas. Hoy aquí. Mañana no importa. Ahora, por favor, discúlpenme. Una nueva canción acaba de comenzar. Y tengo que vivir.

29.10.06

Equilibrio

Ella nació para estar con él, pero es demasiado joven. Él es lo bastante adulto como para arriesgarlo todo cuando las apuestas están 10 a 1 en contra. Ella se deja abrazar cuando tiene frío. A él le gusta arriesgarlo todo mientras se abraza a ella. Dicen que algo llamado amor les obligó a apostar. Y ganaron. Ahora tratan de huir de la monotonía. El cielo siempre se vuelve oscuro cuando anochece y la luz sólo regresa con cada nuevo amanecer. Lo han intentado todo. Pero es difícil escapar sin saber hacia dónde. Por ello se inventan historias de las que son protagonistas: sueñan con ser dos asesinos a sueldo a los que no le quedan balas, los reyes de un castillo sin puertas ni murallas... O tal vez los detectives que siempre acaban descubriendo al asesino o los bloques de piedra con los que se construye un enorme castillo. Qué más da. La plaza está tan vacía como una nevera vacía. Tan sólo pueden verse las sombras de dos figuras que se dan la mano emulando a algún artista del alambre. Tratan de mantener el equilibrio.

22.10.06

Una azotea en el fin del mundo

El joven escritor continuó caminando hasta descubrir una azotea con vistas al vacío infinito. Fue entonces cuando se detuvo. Tal vez el mundo termine aquí, pensó, y concluyó su camino. Ante sus ojos, la inmensidad de un océano que se confunde con la línea que lo separa del cielo allá en el horizonte. A sus pies, el azote de las olas. Ha merecido la pena caminar hasta aquí, piensa en ese instante, mientras el aire frío acaricia su rostro. Sus pasos se han detenido definitivamente al borde de este precipio incomparable. Cuando era niño pensaba que el mundo no tenía límites, que la tierra era infinita y que ningún hombre sería capaz jamás de alcanzar los límites que, ahora, muchos años después, él ha conocido.

Es el momento de regresar, murmura para sí mismo, mientras se agacha para coger una piedra del suelo y lanzarla al agua. Espera unos segundos, un minuto... Pero no logra escuchar el sonido de la piedra cayendo al mar. El rugido de las olas, el viento que se hiela a cada segundo que pasa, el aleteo de las gaviotas... Todo ello forma parte de este paraíso eterno. Ahora lo sabe. Desde esta azotea no pueden contemplarse otros tejados. Tan sólo el infinito.

19.10.06

Caminando

Camino sin descansar porque descanso cuando camino. Sólo al caminar el mundo parece más pequeño. Todo está al alcance de la mano. Lo mejor de todo es recordar -como lo hago ahora- estos días que ya pertenecen al pasado, días en los que he vuelto a caminar acompañado de Ana, mi inseparable compañera de viaje. Nuestras maletas recorrieron durante once días algunos de los rincones más bellos de Polonia e Irlanda. Y en ellas hemos guardado un buen puñado de recuerdos.

Sólo ahora, aquí, de nuevo en mi azotea, me siento cansado. Y mientras deshago las maletas me da por recordar alguna canción desconocida que llena de vida la noche de un pub de Cracovia. Mis ojos todavía parecen estar contemplando el dulce color anaranjado del atardecer en un paisaje ahora ya lejano. Quiero seguir caminando a lo largo y ancho del planeta. Sólo así me siento vivo. Quiero perderme entre la multitud que abarrota una taberna en Galway, mientras apuro el último trago de cerveza. Quiero dejarme arrastrar por la corriente del río Dunajec, mientras observo de reojo la frontera eslovaca en la orilla derecha. Quiero contar de nuevo con Dani para hacer de las distancias interminables un delicioso paseo. A él, pero también a Asia, a Ania y a su encantandora familia, quiero darles las gracias. Gracias por caminar a nuestro lado. Gracias por permitirnos meter un trocito de mundo en nuestra maleta.

3.10.06

No llueve

Todo está en calma. Tan sólo la dulce voz de Madeleine Peyroux quebranta el silencio de esta habitación. Supongo que es hora de dormir. Pero yo sigo aquí, atrapado en la red, tecleando suspiros en esta noche quieta. Salgo a mi azotea y miro al cielo. Las nubes parecen pasajeras de un vuelo que están a punto de perder. Se mueven al ritmo de un viento otoñal que anuncia lluvias. Pero no llueve. La canción que suena ahora lleva por título "This is heaven to me". Una delicia. El saxo da forma a una melodía que se desvanece lentamente hasta devolver el silencio absoluto a este lugar. Y poco más.

1.10.06

Echarte de menos

Podría hablar de amor o decirte simplemente que te quiero, perderme entre las páginas de algún libro y hacer que el tiempo pase más deprisa, sentir que el lunes ya ha llegado y tú con él, tener la certeza de que esta semana es sólo para nosotros, para ti y para mí, para nosotros, escribir frases deshilvanadas en este blog diseñado para nadie pero abierto al mundo entero, disfrutar de tu sonrisa infinita en la foto que dejaste sobre esta mesa desordenada, navegar en un mar de dudas, soñar contigo. Podría, simplemente, echarte de menos, como hago ahora.